Una iniciativa educativa poco convencional tuvo lugar recientemente en el Museo de las Atarazanas Reales, cuando un grupo de niños y niñas se transformó por un día en auténticos guías del recinto. Asumieron el reto con entusiasmo, compartiendo con familias y compañeros claves sobre las piezas arqueológicas exhibidas, como si fueran expertos en herencia cultural.
La actividad, centrada en despertar el interés de los más jóvenes por el patrimonio, fomentó en ellos habilidades de comunicación, autoestima y una conexión profunda con la historia de su comunidad. Se les dotó de material introductorio que les permitió comprender el contexto de cada objeto expuesto antes de transmitir esa información a su audiencia.
El Museo de las Atarazanas Reales (el más antiguo de su tipo en América), ubicado en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, incluye en sus colecciones reliquias rescatadas de naufragios coloniales, brújulas marinas, piezas de galeones y reliquias subacuáticas de los siglos XVII y XVIII. Ubicado en un edificio histórico construido entre 1509 y 1541, este programa educativo convierte la experiencia cultural en algo cercano y vivencial para los niños.
Este tipo de actividad es parte de una tendencia global en museos que implementan proyectos como “Guías por un Día”, en los cuales los niños reciben una capacitación previa y luego asumen roles activos, convirtiéndose en narradores de la historia ante sus pares. Estos programas destacan la importancia de educar en patrimonio a través del protagonismo infantil y la experiencia directa.
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