Dirigida por Michael Chaves y producida por los creadores de la franquicia James Wan y Peter Safran, The Conjuring: Last Rites (que en Iberoamérica se llama El Conjuro 4) se estrena como el cierre oficial del universo cinematográfico de los Warren. El desenlace gira en torno a un perturbador espejo poseído que acecha a la familia Smurl en Pennsylvania, reunificando a Ed y Lorraine Warren con su caso más emblemático desde su retiro.
El filme alterna entre un prólogo ambientado en 1964 y la acción principal situada en 1986, cuando la reconocida pareja de investigadores se ve obligada a retomar el oficio mientras lidian con la amenaza sobrenatural que involucra a su hija Judy, interpretada por Mia Tomlinson.

La crítica especializada
Las primeras reseñas coinciden en señalar un final cargado de atmósfera, ternura y referencias nostálgicas al grueso de la saga.
The Times lo destaca como un cierre:
“…escalofriante y satisfactorio en su ambientación ochentera”.
No obstante, algunos medios subrayan una narrativa algo lenta y dependiente de fórmulas conocidas: The Washington Post advierte sobre su intensidad gráfica y violencia, por lo que recomienda discreción para audiencias sensibles.
Por su parte, GamesRadar lamenta el uso excesivo de CGI y clichés del género, aunque reconoce las sólidas interpretaciones. Y AP News rescata el tono emocional y la mezcla de sustos con afecto familiar, a pesar de ciertos pasajes predecibles.
Spoiler Alert: Saltar este segmento si no ha visto la película
Un elemento que ha sorprendido a muchos espectadores es la escena post-créditos, donde el espejo poseído emerge como eje simbólico y narrativo de toda la saga, hecho que redefine la mitología de la franquicia y desplaza incluso el célebre rol de Annabelle.

Conclusión
Al concluir una saga que ha marcado el terror contemporáneo, The Conjuring: Last Rites ofrece una despedida medida, enraizada en el afecto hacia sus protagonistas, sus símbolos y su historia compartida. Aunque no innova, cumple la función de clausurar con dignidad un universo narrativo que, durante más de una década, logró vincular el thriller sobrenatural con el relato íntimo.
Es un cierre que invita a valorar no solo el poder de los sustos, sino ese vínculo emocional que convierte el miedo en memoria. Un final que, como buen rito cinematográfico, conjura lo mejor de su pasado con un último estremecimiento.
Con información e imágenes de:
AP News
The Washington Post
The Times
GamesRadar+