Volver a vivir los escenarios literarios: Vargas Llosa recorre sus propias ficciones antes de partir

Volver a vivir los escenarios literarios: Vargas Llosa recorre sus propias ficciones antes de partir

En los meses finales de su vida, Mario Vargas Llosa participó de un ritual íntimo: acompañado por su familia, visitó los lugares de Lima donde sus novelas nacieron, para encontrarse con sus personajes y su propia memoria.


 

Los últimos viajes de un escritor hacia su propia obra

En las semanas antes de su muerte, Mario Vargas Llosa emprendió recorridos discretos por Lima que reconstruyeron los mapas íntimos de su obra. Su hijo Álvaro reveló que la familia estableció un “ritual diario”: llevarlo en auto a sitios que habían sido escenarios literarios, “para que se sintiera como uno de los personajes”. 

Esa práctica, hasta ahora desconocida públicamente, se dio en medio de un deterioro físico y cognitivo. Sin embargo, los paseos permitieron reinstalar a Vargas Llosa en lugares simbólicos: el bar La Catedral, escenario central en Conversación en La Catedral, hoy clausurado y en abandono; el Colegio Militar Leoncio Prado, que figura en La ciudad y los perros; y otros rincones que el escritor convirtió en espacio narrativo. 

Durante un homenaje póstumo en París, Álvaro explicó que, aunque no puede asegurarse que su padre “se transformara mentalmente en uno de los personajes”, hubo momentos en que parecía reconocerse en esos espacios. “Pequeños momentos” que insinuaban un retorno simbólico. 

Estos paseos, hasta ahora inéditos, dialogan con la idea de que los lugares literarios no mueren: perduran en la memoria, en la geografía urbana, en los ecos de personajes que todavía transitan calles de Lima.

 

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Reflexión sobre el gesto: memoria, literatura y despedida

Que Vargas Llosa visitara esos escenarios finales tiene un carácter poético y ritual. No se trató de una gira de promoción ni de un tour nostálgico, sino de una despedida íntima. En cada esquina revivió la tensión entre ficción y realidad, entre el escritor que construye mundos y el hombre que regresa a los suyos.

El gesto también es un recordatorio de que la literatura no solo obra desde las páginas, sino desde el espacio, el territorio. Los escenarios de una novela —bares, colegios, calles— no son escenarios neutros: son huellas que el autor dejó y que el lector puede redescubrir.

Finalmente, estos viajes póstumos nutren el mito de Vargas Llosa: un escritor consciente de su entorno, que siempre regresó al Perú, que hizo de Lima un personaje más, y que reconoció que, al menos en los últimos días, su vida y su ficción se entrecruzaban de formas misteriosas.

 

Con información e imágenes de:

Diario Libre

Diario del Cesar